Cúpula de la catedral con el atardecer atrás

La secta de los asesinos



Cara de un hombre en rojo oscuro

LA PEREZA EDICIONES (322 pgs.)

La agencia de inteligencia de Israel, el Mossad, ha detectado una nueva organización terrorista de origen islámico que planea una escalada de ataques a nivel mundial. Para evitar los atentados, el Mossad -apoyado por distintas fuerzas especiales de contraterrorismo- desata una persecución contra los miembros de La Secta de los Asesinos, organización criminal fundada por Hasan I Sabbah en el Siglo XII D. C y resucitada en el siglo XXI por tres personajes enigmáticos que se hacen llamar Los Viejos de la Montaña.

Pese a las persecuciones lanzadas en Europa, Medio Oriente y Sudamérica, los extremistas consiguen reunirse en Pakistán con Los Viejos de la Montaña. Después de este encuentro, los terroristas se dispersarán en países como Argentina, España, Inglaterra, Israel y Estados Unidos con misiones suicidas. La oleada de violencia que pretenden desatar comprenderá el uso de gases nerviosos, aviones cargados con napalm, secuestro masivo de rehenes, la explosión de una bomba termobárica, sabotajes a la economía mundial, etc. En medio de persecuciones cinematográficas y escenas de espionaje global, algunos de los protagonistas visitan –o creen visitar- la Yanna o paraíso islámico prometido por Mahoma a los mártires.

La secta de los asesinos es un thriller escrito por Carlos Bermeo y Rubén Varona. Esta novela resultó finalista en el Premio Planeta Casa de América 2012. En cada una de sus páginas, se humanizan las tensiones político-religiosas entre oriente y occidente. Por encima de cualquier fe o ideología, la narración se sitúa del lado de la humanidad. Las situaciones descritas, invitan al lector a reflexionar sobre un tema actual que, como un polvorín, en cualquier momento puede estallar.

Cúpula de la catedral con el atardecer atrás
Foto de una persona con un turbante en la cabeza

La secta de los asesinos (Book Trailer)

“En Wirani hubo un hombre que quiso comprender el universo. Y fue traicionado”
(p. 118).